martes, 9 de julio de 2013

Comunidades indígenas y campesinas de los departamentos 25 de Mayo y Lavalle, ubicados en las provincias argentinas de San Juan y Mendoza respectivamente, realizaron el miércoles último un corte de la Ruta Nacional20 a la altura de la localidad sanjuanina de El Encón. Pedían la intervención de los gobiernos locales para que se garantice el caudal mínimo de agua que lleva el Río San Juan -que permite la vida en la zona-, y la apertura de una mesa de diálogo que busque una solución a la sequía.
«El agua es considerada como una mercancía y sólo los que tienen dinero acceden a ella, mientras que a los campesinos lo único que nos queda es el éxodo rural hacia las ciudades para engrosar las villas miseria», denunció la Unión de Trabajadores Rurales Sin Tierra (UST) en un comunicado de prensa[1]. La UST inició un plan de lucha y una campaña para que se cumpla con la función social y ecológica de los ríos y con el derecho humano al agua.
La aridez del Río San Juan
La reducción del caudal del río dificulta la producción de más de 400 familias rurales en la región de Cuyo. La pérdida de biodiversidad y el avance de la desertificación resultan en la disminución de las pasturas y el deterioro de la fauna y flora nativa. La economía campesina sufre «uno de los peores momentos de la historia» y el sistema de distribución de agua es inequitativo. El líquido vital, explicó la UST, es priorizado para el «desarrollo» de las empresas mineras y los agronegocios de la vid y el olivo, «muchos de ellos en manos privadas».
«El Río Mendoza y el Río San Juan deben mantener un caudal mínimo con aguas aptas para sostener el complejo de lagunas y ciénagas declarado sitio Ramsar y garantizar la vida y la economía de las comunidades que se asientan sobre ambos ríos y sus ciénagas», reclamaron desde la organización.
Carolina Araya es una joven militante de la UST de la comunidad El Encón. Desde territorio mendocino, y a pasos de terminar su profesorado en Biología, conversó con la Agencia de Noticias Biodiversidadla. «Estamos viendo de seguir nuestro plan de lucha para que el agua sea para todos y no sólo para algunos. Nos tenemos que juntar para ver cómo sigue el plan de lucha», dijo al evaluar el infructuoso intento por dialogar con los funcionarios provinciales.
Su sequedad dificulta el abastecimiento de agua
―¿Cuál es la situación que están viviendo en la zona?
Araya.―Bueno, lo que pasa es que esto de la sequía se suma al problema del Río San Juan, que históricamente abasteció las aguas de la zona, de los humedales, y hoy viene prácticamente seco debido a que el avance de los agronegocios, como la vid y el olivo, y las mineras, es lo que tiene prioridad en los gobiernos a la hora de distribuirse el agua. Tambien se ve afectada la materialización del agua por los diques de Ullum y Caracoles. Una gran consecuencia es la disminución del caudal del río (San Juan), que ha afectado la vida cotidiana de la zona para la pastura de los animales, más que nada caprinos, que es de lo que vive la gente, es el único ingreso que tiene. Aparte de todo esto, se ve afectada la flora y fauna nativa, se está perdiendo la biodiversidad por el avance de la desertificación.
―Esto que comentás de los diques Ullum y Caracoles, ¿a qué se debe?
Araya.―En lo que es la zona de Cuyo no llueve muchísima cantidad como para que los cultivos agrícolas como la vid o el olivo puedan estar, para que tengan el agua que necesitan. Entonces, lo que se hace son diques donde se distribuye el agua, y ésta, se distribuye generalmente a los que tengan mayor ingreso y que puedan pagar ese «turno» de agua.
―¿Las 400 familias que se ven afectadas por la falta de agua pertenecen a Mendoza?, ¿hay familias de San Juan?, ¿se movilizaron juntas?
Araya.―Es en conjunto, las 400 familias son de la parte de San Juan y de la parte de Mendoza, y también está afectada una parte de San Luis. En realidad, toda esa zona es la zona más rural donde está la producción caprina, y el agua que viene del Río San Juan es la que provee a esta flora para que puedan ser alimentados estos animales. La Ruta 20, que es nacional, está del lado de San Juan, la movilización se hizo de ese lado y había también gente de San Luis.
―Tanto el cultivo de la vid como del olivo son actividades emblemáticas en la región cuyana, ¿cuál es la realidad que están viviendo en relación a estos cultivos?
Araya.―En realidad la vid y el olivo fue una cuestión que se introdujo. No es lo cotidiano. Es lo que se ve por todos los medios de comunicación con eso de «los mejores vinos» y todo eso. En realidad, solamente el 5% de toda Mendoza está producida por vid, lo que es el oasis, y todo lo otro, el 95%, en realidad es el desierto. Ahí es donde está la producción caprina que en realidad es una de las actividades que hay en la zona; la vid es una de las menos, pero es la que más consume agua, una de las principales junto a otras como el olivo. En San Juan, más que nada son las mineras; todas estas trasnacionales sólo dejan regalías del 3% de las ganancias. Todos los métodos que utilizan son contaminantes y destruyen todo lo que es el ambiente sin cuidar la naturaleza.
―Antes de este período de sequía, ¿la distribución del agua también era injusta?
Araya.―Siempre ha sido injusta la distribución del agua. Solamente la pueden tener algunas grandes multinacionales o empresas y bodegas. Muchas de las familias campesinas e indígenas se ven afectadas y lo que está pasando ahora con la sequía ahonda la realidad que se está viviendo.
―¿Cuál es la forma de sustento que tienen en este momento las familias campesinas?, ¿dependen de la cría de animales?
Araya.―Sí, la mayoría de la cría de cabras y en realidad todo lo que se puede hacer con la cabra, como dulce de leche y queso que se venden en la zona. No hay agua para consumo humano, no hay red de agua potable para el consumo. Generalmente, los camiones cisterna son los que llevan el agua potable a los distintos puestos y lo que se hace es dársela a los animales para que consuman y que por lo menos tengan agua.
Niveles preocupantes de sequedad en los rios
―¿Ven una situación donde el cambio climático va modificando la distribución y el caudal del agua en la zona?, ¿creen que se complicará sostener la misma forma de vida en el futuro?
Araya.―Creemos que sí, que una de las cuestiones es esa, y aparte esto de considerar al agua como una mercancía, no como un recurso vital para todos. Creemos que también el agua está en pocas manos y no es bien distribuida. Toda la zona que estoy comentando, del Río San Juan y Mendoza, son los humedales del Guanacache. En realidad los humedales del Guanacache están como sitio Ramsar[2], que es una convención que dice que tiene que estar priorizada el agua, y ahora no hay nada, las ciénagas y lagunas ya tienen lugares donde no hay nada de agua. Otra de las cosas que tenemos mucho es que en los campesinos e indígenas se produce un éxodo rural hacia las ciudades y así engrosan las villas miseria. Si los gobiernos de San Juan y Mendoza y los ríos mantienen los caudales mínimos de agua aptos para que las lagunas y las ciénagas estén para garantizar la vida y la economía de las comunidades, creemos que es importante para que no se produzca el éxodo rural. Es una de las cuestiones productivas, uno puede vivir más dignamente en la zona rural produciendo su propio alimento.
―¿Han podido conversar con las comunidades campesinas sobre lo que puede llegar a suceder? Quizás sea necesaria a futuro una inversión fuerte a nivel tecnológico para permitir la vida en el lugar.
Araya.―Me imagino que si logramos poder mantener el caudal mínimo de las lagunas y ciénagas, una de las cuestiones primeras, importante para que la diversidad no se pierda, para que se garantice la vida y la economía de las comunidades, entonces uno va a empezar a poder sobrevivir, a vivir con eso. En realidad, no solamente que podamos vivir, sino garantizar la diversidad de todas las especies que tendrían que estar en este momento ahí y que no están; eso se está perdiendo. Una de las cosas por las que los humedales son tan importantes es por la biodiversidad que tienen y porque te dan más que nada la purificación del agua: si no hay agua ahí no se producen nubes, si no hay nubes no hay lluvias y todo eso hace peor el cambio de clima en esta zona. Lo que queremos en realidad es que los gobiernos de Mendoza y San Juan se hagan responsables y que se pueda trabajar en esto. Después del corte, no se presentó ninguno de los políticos ni ninguna institución involucrada en esto.